Anaclara es muy formal. Obvio que mi mama y mi abuela también me llamaban por mi nombre completo cuando se enojaban conmigo. En realidad, mis amigos me llaman Clara, es más corto y práctico. Pero ese no es mi segundo nombre, Anaclara se escribe todo junto.
Desde chica todos los veranos pasaba las vacaciones en la casa de mis abuelos en San Andrés de Giles, provincia de Buenos Aires. Lo que al principio fue natural, luego se convirtió en un desafío: cada verano aprendía alguna manualidad o técnica nueva... bordados, crochet, tejido a dos aguas, macramé, pulseras en telar, entre (muchos) otros. Si bien no tengo la típica historia de la niña de 7 que le hacía ropa a las muñecas, fué bastante intuitivo.
Estudié indumentaria en la Universidad de Buenos Aires, tal mis padres, la mejor y por lo tanto la única opción. Con una pandemia de por medio, me recibí con honores en 2021. Mi tesis, que hice con otras dos colegas, fué seleccionada por la Universidad para desfilar en un evento de moda sustentable patrocinado por la provincia de Neuquén en 2022. Para el mismo año, quedó finalista en el iD International Emerging Designers Award, y viajé a Nueva Zelanda a defender por jurado el proyecto. Finalmente ganamos el People ´s Choice Award.
Freelance desde el principio, siempre me moví en alta costura y diseño de autor. Trabajé para casas de vestidos de novia, para Ateliers con mucho renombre de la calle Alvear, como ayudante de diseño en FADU, en proyectos de investigación... Lo mío era un poco de todo lo que incluya trabajo a mano y a consciencia.
Anaclara es el proyecto por el cual vivo. Desde 2020 es el proyecto que más pánico me da. Ya lo decían Jung y Campbell: “Donde esté tu miedo, ahí está tu tarea.” “En la cueva a la que tienes miedo de entrar, está el tesoro que estás buscando.” Y así llegué al presente.
Orgullosa de mi camino, aún me queda mucho por delante. Anhelo crear una marca de ropa de consumo conciente. No sólo slow fashion con textiles de alta calidad, sino también prendas que resulten simbólicas. Prendas distintas, prendas conceptuales, con historias de Argentina. Cierro esta mini bio muy informal con un refrán que me está guiando mucho este último tiempo: "Poné el carro en movimiento que los melones se acomodan solos"
- Clari -